Guillermo Solana se va de Twitter. Yo no quiero irme, por lo que voy a dejar de seguir a algunos usuarios

A principios de septiembre de 2015 me llegó la noticia de la decisión de Guillermo Solana de dejar Twitter.

Guillermo Solana en Twitter

Guillermo Solana es el director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza. A los que le seguíamos en Twitter nos hizo disfrutar con sus innovadoras narrativas tuiteras. Creó las clases #Thyssen140, en las que durante una hora hacía un Twitter-storm sobre algunas obras de su museo. También compartía parte de sus descubrimientos y experiencias cuando partía en viajes profesionales. A mí me encandiló especialmente cómo mostró las tripas de la instalación de una nueva colección. En uno de los análisis de este blog comento algo de todo esto.

Guillermo Solana me seguía, y tenía una excelente manera de interactuar, haciendo retuit unas veces, con buenos comentarios y diálogos, muchas veces irónicos, y con favoritos a tuits en los que marcaba compromisos compartidos.

La despedida de Twitter

Estos fueron los tuits en los que anunció y explicó los porqués de su cesación de actividad en Twitter. Duele lo del «Twitter se me ha vuelto un medio ajeno. Demasiada pelea, demasiada ira, demasiado odio. Demasiada sobreactuación».

guillermo solana se va de Twitter despedida

No sé si fue el último golpe que desencadenó una decisión ya meditada, pero su última «conversación» es fiel reflejo de lo que es su queja. Al hilo de una reflexión suya sobre la complejidad de una de las emergencias del momento, le asaltaron unos cuantos que despachaban el problema con un par de soluciones fáciles acompañadas de improperios hacia su interlocutor.

Despedidas y portazos

Evidentemente, Guillermo Solana no es el único ni será el último que se vaya de Twitter. Es otro más de los que se va, despechado. Pero al igual que cuando estaba en Twitter, lo hace con elegancia y serenidad, sin exabruptos.

Otros se han ido de Twitter dando portazos. Pienso en una política, un directivo de una multinacional y un periodista columnista. La paradoja de algunas de las despedidas con portazo es que corresponde a tuiteros que alimentaban con su tono polémico el ruido tuitero del que se quejan y que acusan de hartarles. Salvador Sostres es uno de los que se fue echando pestes de la cultura tuitera. En el blog hicimos análisis del sentimiento de rechazo que provocaron en Twitter algunas de sus controvertidas afirmaciones.

A veces se recoge lo que se siembra. A mi parecer, no es en absoluto lo sucedido con Guillermo Solana.

¿Se convertirá Twitter en un antro irrespirable?

Reconozco que la decisión de Guillermo Solana me ha sacudido, y me ha hecho reflexionar. ¿Será inevitable que Twitter siga avanzando en su dinámica autodestructiva en la que los fanáticos disfrutan en Twitter como su hábitat natural, donde se aplauden y se adulan los miembros de una tribu y desprecian y despellejan sin piedad a los de la tribu vecina? De evidencia, no es el lugar soñado para las personas sensatas, que opinan, comparten y conversan desde la racionalidad, la duda, el respecto y el interés y escucha por el otro.

¿Me expulsará Twitter?

De estas cuestiones he tratado varias veces en Twitter. Twitter como lugar del tribalismo, del frentismo del «los míos son buenos, los tuyos son malos», hijo de un secular pobre sistema educativo basado en transmitir certezas.

El apasionamiento ideológico es para mí pobreza intelectual, porque es un indicador claro que se renuncia a analizar con seriedad el problema concreto, problema que se liquida con «soluciones» prefabricadas de bando.

bandos en Twitter

Twitter me ayuda a identificar y entender la dinámica de esas falacias y a confirmar que no quiero renunciar a analizar los problemas y las cuestiones complejas, sin buscar esa obsesión hispana por querer tener respuesta a todo.

Me creía protegido. Pero no.

Uno de mis lemas es/era que cada uno tiene la experiencia tuitera que se merece. Porque el propio tono genera el eco en los demás. Porque evito entrar «a ver qué cuentan en Twitter» sobre temas candentes. Y porque cada uno tiene el derecho y la libertad de diseñar su comunidad de conversación y lectura seleccionando a las personas que quieres seguir y leer. La riqueza y variedad de las personas y cuentas que sigo me dan satisfacción total. Me han servido para crecer y para descubrir. He alardeado de ello, ya que incluso en contextos de intensa crispación tuitera, mi TL ha sido fuente de información y de reflexión, incluso serena. Me referí a ello por ejemplo con el caso de la alarma social por el contagio de ébola de la sanitaria Teresa.

Al reflexionar sobre  la reacción de Guillermo Solana, me he dado cuenta de que he admitido como aceptables tuits que son intolerables, porque son fiel reflejo de la ideología tribal. Se cuelan de manera puntual en mi TL, por tuits de las personas que sigo o por RT que hacen.

Sigo a mucha gente en Twitter. Cada una de las que sigo me aporta algo de valor a mi lectura. Evidentemente, no piensan como yo en muchos puntos, porque además es imposible que haya otro que piense como yo en todo. Mi filtro no es afinidad ideológica en tal o cual aspecto, sino que son expertos en algún campo que me interesa. Twitter es para mí una herramienta profesional.

Veo ahora que he aceptado que personas que sigo carguen mi TL con ideología tribal, aunque sea de manera puntual. Me doy cuenta que aceptarlo es ir contra mi propia propuesta. Me doy cuenta sobre todo de que no reaccionar es exponerme a que también acabe dando un portazo a Twitter. El mundo no se acabaría, pero me dolería más que mucho, porque Twitter me ha hecho crecer intelectualmente como ninguna otra fuente.

Protegerme

Voy a tomar una nueva medida para proteger la calidad de mi experiencia tuitera. Voy a dejar de seguir a las personas que comparten contenido con lógica tribal.

No se trata de buscar un espacio aséptico, naïf, lleno de flores y mariposas, en la que no haya espacio para la discrepancia, la crítica o la denuncia. No, no es eso; muchos de mis tuits de contenido personal, que intento basar en el análisis, concluyen en crítica y denuncia.

¿A qué me refiero? A que voy a dejar de seguir a los que agrupan en una categoría única al grupo rival, acompañado de un insulto o descalificación para todos los de la categoría. En todos los campos:

  • los del PP son…
  • los del PSOE son…
  • los de Podemos son…
  • los nacionalistas/independentistas son…
  • els espanyols són…
  • los católicos son…
  • los curas son…
  • los ateos son…
  • los abortistas son…
  • los antiabortistas son…
  • los que están a favor del matrimonio gay son…
  • los que están en contra del matrimonio gay son…

Quiero evitar exponerme más a la lógica del nosotros/vosotros, porque daña la razón. Y Twitter no lo vale.

3 comentarios en “Guillermo Solana se va de Twitter. Yo no quiero irme, por lo que voy a dejar de seguir a algunos usuarios

  1. Lo mejor de Twitter es que uno elige a quién seguir; eso te permite construir una cronología a medida. Luego, si cualquiera se pone pesado se le puede dejar de seguir o bloquear. Y punto.

    Ahora bien, en el caso de Guillermo Solana hay que matizar que al ser el director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza está representando en cierta forma a una institución cultural; a una organización que tiene una política de comunicación con su presupuesto; a una marca, en definitiva. Y puede que esa marca haya llegado a la conclusión de que Instagram le conviene más que Twitter visto lo visto. Pero también es posible que la resolución de Solana haya sido exclusivamente personal. En cualquier caso, posturas totalmente respetables.

  2. Hola,

    Desgraciadamente ha dejado también Instagram, tenía la mejor cuenta, con unas fotos en detalle de los cuadros del Thyssen maravillosas, que al verlas te entraban unas ganas imperiosas de visitar el museo. Una pena que la envidia y el enfrentamiento sean el deporte nacional.

    Un saludo

    Ana

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